El gas frente a las energías del futuro

Un reciente informe sobre una nueva disminución de los precios del gas natural que Bolivia exporta a Argentina y Brasil, según los que se ha registrado una caída de 50.8 por ciento y 50.9, respectivamente, en comparación con el mismo periodo de 2015, ha confirmado que no son infundados los temores sobre los peligros que se ciernen sobre la economía nacional.

Como se recordará, hace poco tiempo había dos principales corrientes de interpretación de la caída de los precios de los hidrocarburos y su impacto sobre el futuro económico nacional.

Una de ellas, la sustentada por las principales autoridades del área económica, partía de la hipótesis de que estábamos ante una caída muy circunstancial, que no pasaría mucho tiempo antes de que los precios volvieran a sus niveles anteriores. La segunda, que a la luz de los datos era la más realista, consideraba que la caída de los precios del petróleo no sería sólo un mal momento esporádico sino el inicio de un ciclo de larga duración.
Los hechos han dado la razón a las previsiones pesimistas y todo indica que también tienen razón quienes proyectan a los próximos años, más de una década tal vez, el ciclo de los precios bajos.

En filas gubernamentales parece haberse abierto camino una actitud más prudente sobre el tema. Así lo indicaría el interés de explorar nuevas fuentes de energía proyectadas al mediano y largo plazo con la esperanza de algún día sustituir con ellas la oferta gasífera. Las enormes represas hidroeléctricas que están siendo proyectadas y una central nuclear capaz de hacer de Bolivia un país proveedor de energía atómica son, por ahora, las principales alternativas exploradas.

Desde cierto punto de vista, es bueno saber que no hay indiferencia sino preocupación sobre el futuro. Sin embargo, si más allá de las urgencias económicas se consideran otros aspectos directamente relacionados con las políticas energéticas, se multiplican las dudas sobre la conveniencia de avanzar por el camino que está siendo propuesto.

La mayor de las dudas es la que pesa sobre la energía nuclear. Los argumentos en los que se basan esos cuestionamientos son avalados por los países europeos y asiáticos que más experiencia tienen en el rubro, como Japón, que han decidido dar marcha atrás por considerar que los peligros de esa tecnología son demasiado altos si se los compara con sus potenciales beneficios y por eso no vale la pena correrlos.

En cuanto a las megarepresas hidroeléctricas, los argumentos en contra son también muy consistentes. El principal de ellos es el costo medioambiental con sus consiguientes secuelas económicas y sociales de gran magnitud, que a la larga arrojan más perjuicios que beneficios.

Tomando en cuenta esas consideraciones, los principales esfuerzos en todo el mundo desarrollado se están dirigiendo hacia las energías limpias. Y Bolivia es un país que cuenta con condiciones excepcionalmente buenas para desarrollar muchas de ellas en condiciones ventajosas.

Atendiendo tales antecedentes, y en vista de que es ineludible la necesidad de buscar fuentes alternativas de energía, bueno sería que la ocasión se aproveche para buscar fórmulas que no sirvan sólo para salir del paso sino para sentar las bases de un futuro de muy largo aliento.

Esfuerzos en todo el mundo desarrollado se están dirigiendo hacia las energías limpias. Y Bolivia es un país que cuenta con condiciones excepcionalmente buenas para desarrollar muchas de ellas en condiciones ventajosas

Fuente: Correo del Sur
El gas frente a las energías del futuro El gas frente a las energías del futuro Reviewed by Anónimo on 4/18/2016 Rating: 5

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