Enfermedad holandesa y política económica @DoubleplusUT
Caracas.- El socialismo del sXXI no tiene teoría económica. Usa la economía para controlar el poder, es todo. Allí reside a la vez su fuerza y su desgracia. Creyeron que con las divisas petroleras controlarían la sociedad venezolana. Este despropósito se apuntaló en tres premisas: primero, que el gobierno monopoliza la producción de divisas; segundo, sustituir la inversión privada por tantos monopolios estatales como fuera necesario; y si estos no funcionaban no importaría, pues para eso estaba la tercera premisa, que el Estado fuera capaz de importar todo por siempre, si es que hiciera falta; así el socialismo del sXXI iba a ser posible porque se compra y se paga brutalmente en dólares. ¿Y cómo? Pues porque el petróleo y su precio garantizarían “siempre” los recursos necesarios. Punto. El modelo rentista llevado a su máxima expresión.
Por eso el socialismo del sXXI no es más que el intento vulgar de convertir la enfermedad holandesa en política económica. Que un “modelo” así tuviera necesariamente que colapsar ya quedó más que demostrado en los resultados, pero su fracaso es de origen. ¿Cómo sería viable un país con una economía de puertos, populista e importadora? ¿Puede llamarse independencia que la economía venezolana dependa al 100% del mercado petrolero, volátil y en manos del resto del mundo? ¿Cómo justificar un “modelo” que hace inviable a la industria nacional, mientras promueve la extranjera?
Pero, ¿qué es esta “enfermedad holandesa”? Imagine un cuerpo que sólo desarrolla un órgano, mientras el resto se congela. Estaríamos frente a un monstruo, ¿no? Pues bien, esta es la enfermedad holandesa y este monstruo es Venezuela hoy: la única actividad con capacidad exportadora se revalúa constantemente, mientras el resto es incapaz de producir y vender competitivamente. La tendencia será a no producir y a importar, con lo cual el resto de la economía virtualmente desaparece. ¿Puede desarrollarse un país así? Jamás.
Fue esto lo que decidió hacer el régimen, como cínicamente han dicho: mantener el control de cambio les es indispensable para controlar la sociedad. El resultado está a la vista: ruina económica, populismo autoritario y muerte de la democracia, la política y la libertad. El régimen no entiende que la inserción de Venezuela en la economía mundial debe apuntalarse en el desarrollo industrial y de nuevas capacidades de exportación, que permitan prosperar independientemente de la suerte del mercado petrolero. El petróleo sólo debe asegurar la capitalización capaz de eliminar para siempre la “prociclicidad” de la economía nacional, sin deformarla. Pero capitalizar, ahorrar, invertir, industrializar, exportar, son verbos que la pobre ideología del régimen no conjuga; y la pregunta para el futuro es, ¿qué aprender de todo esto?
Miguel Aponte
Profesor en la Universidad Central de Venezuela
@DoubleplusUT
En la Web:
economiapoliticaehucv.wordpress.com
Por eso el socialismo del sXXI no es más que el intento vulgar de convertir la enfermedad holandesa en política económica. Que un “modelo” así tuviera necesariamente que colapsar ya quedó más que demostrado en los resultados, pero su fracaso es de origen. ¿Cómo sería viable un país con una economía de puertos, populista e importadora? ¿Puede llamarse independencia que la economía venezolana dependa al 100% del mercado petrolero, volátil y en manos del resto del mundo? ¿Cómo justificar un “modelo” que hace inviable a la industria nacional, mientras promueve la extranjera?
Pero, ¿qué es esta “enfermedad holandesa”? Imagine un cuerpo que sólo desarrolla un órgano, mientras el resto se congela. Estaríamos frente a un monstruo, ¿no? Pues bien, esta es la enfermedad holandesa y este monstruo es Venezuela hoy: la única actividad con capacidad exportadora se revalúa constantemente, mientras el resto es incapaz de producir y vender competitivamente. La tendencia será a no producir y a importar, con lo cual el resto de la economía virtualmente desaparece. ¿Puede desarrollarse un país así? Jamás.
Fue esto lo que decidió hacer el régimen, como cínicamente han dicho: mantener el control de cambio les es indispensable para controlar la sociedad. El resultado está a la vista: ruina económica, populismo autoritario y muerte de la democracia, la política y la libertad. El régimen no entiende que la inserción de Venezuela en la economía mundial debe apuntalarse en el desarrollo industrial y de nuevas capacidades de exportación, que permitan prosperar independientemente de la suerte del mercado petrolero. El petróleo sólo debe asegurar la capitalización capaz de eliminar para siempre la “prociclicidad” de la economía nacional, sin deformarla. Pero capitalizar, ahorrar, invertir, industrializar, exportar, son verbos que la pobre ideología del régimen no conjuga; y la pregunta para el futuro es, ¿qué aprender de todo esto?
Miguel Aponte
Profesor en la Universidad Central de Venezuela
@DoubleplusUT
En la Web:
economiapoliticaehucv.wordpress.com
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Reviewed by luis
on
3/30/2015
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