Teorías sobre el desplome del precio del petróleo

Un par de largas semanas en Abu Dhabi, capital de los Emiratos Árabes Unidos, impartiendo un seminario sobre mercados y potencias emergentes, permite sostener conversaciones sobre la región del Golfo Pérsico que revisten un interés intrínseco, y cierta pertinencia para México. A continuación, algunos apuntes.

Circulan tres teorías explicativas del desplome del precio del petróleo, acontecimiento que golpea especialmente a entidades como ésta, y a países como Arabia Saudita. La primera, y la más probable: el reino saudí, al comprobar la tendencia a la baja generada por la sobreoferta causada por Estados Unidos, Iraq y Canadá, y la demanda decreciente generada por el enfriamiento de las economías europea, china y japonesa, decidió alentar una caída mayor al no recortar su producción -ni la de los demás miembros de la OPEP. Busca así aprovechar la coyuntura para desplazar a los productores norteamericanos de lutitos o shale oil, ya que se supone que su piso de rentabilidad se ubica en 40 dólares el barril, mientras que el aceite del desierto tiene un costo de producción de poco más de 5 dólares. Riad prefirió no repetir su error de los años 80, cuando redujo sus exportaciones para mantener los precios, cuando sólo logró perder mercado, sin detener el derrumbe. En ésta óptica, la baja persistirá hasta que se diluya la nueva oferta estadounidense, y se recuperen las economías aletargadas. Un buen rato, pues. Si además, la familia real wahabi le asesta unos golpes a sus enemigos shiitas en Irán, a Putin en Moscú, y a Maduro en Venezuela, mejor todavía. Washington se lo agradecerá.

La segunda teoría es más simple. Los saudís no la vieron venir: jamás se imaginaron que se daría un derrumbe tan vertiginoso (casi 60% en seis meses). Cuando sucedió, se pasmaron. Al sugerir la interpretación anterior los medios internacionales, fue su tabla de salvación; en realidad fueron todo menos que proactivos. A todos los productores de la península arábica les preocupa sobremanera la caída del precio, a pesar de sus bajos costos. Les aterran los múltiples compromisos de gasto ya asumidos, y la enorme dependencia de sus erarios de los recursos petroleros. Desde el Louvre, el Guggenheim y la Universidad de Nueva York (donde trabajo) en Abu Dhabi, hasta el financiamiento masivo de Arabia Saudita a Egipto y a Túnez, pasando por la presencia multitudinaria de trabajadores huéspedes no fácilmente expulsables. No saben qué hacer, según esta explicación.

Por último, la más conspirativa: Riad, Emiratos Árabes Unidos, Qatar y Kuwait buscan hundir a Irán y de pasada a los demás productores incómodos mediante el desplome de los precios, ya que temen un recambio de alianzas regionales de Washington. De surgir un acuerdo entre Obama y Teherán sobre el programa nuclear iraní; de restablecerse las relaciones entre ambos países, rotas desde 1979; de resignarse a ello Israel (algo poco probable), Irán constituye un aliado potencial mucho más sólido, moderno y sofisticado que la realeza saudí. Conviene entonces debilitar a Irán al máximo e imponerle un acuerdo con EE.UU., pero que Obama se lo deba a los saudís, y les pague al contado.

Cualquiera de estas teorías puede ser falsa, o la verdad puede hallarse en una combinación de las tres. Se desprenden dos conclusiones para México: transcurrirá un buen rato para que los precios del petróleo remonten, ya sin hablar de volver a los niveles de los últimos cuatro años, o incluso antes de 2009. La bonanza se acabó por ahora. Y segundo, se desvanece la esperanza, radicada en algunos círculos de Economía y la Cancillería, de que los fondos soberanos de esta región inviertan en México. Nuestro país es la última de sus intenciones, o de sus preocupaciones.- México, Distrito Federal.

Por: Jorge Castañeda
Ex canciller de México
yucatan.com.mx