Putin pide a gritos un nuevo orden internacional

Moscú, 25 oct (EFE).- Pese a las sanciones occidentales, el presidente ruso, Vladímir Putin, no se anda por las ramas y pide a gritos un nuevo orden internacional, ya que aduce que el actual, liderado por Estados Unidos, amenaza con sumir al mundo en el caos.

"El oso (ruso) no va a pedir permiso a nadie", dijo Putin durante un foro de debate celebrado el viernes en Sochi (mar Negro) en el que participaron numerosos políticos y expertos occidentales.

Envalentonado, que no amedrentado, por las sanciones, Putin exige un "nuevo consenso global" que ponga fin a la Guerra Fría, ya que "nunca se llegó a firmar la paz", y advierte sobre el riesgo de conflictos con participación "directa o indirecta" de las grandes potencias, como en Ucrania.

Durante un discurso que los analistas no han dudado en calificar de "programático", "histórico", pero también "antiestadounidense", el jefe del Kremlin desglosó una larga lista de diatribas contra Washington, al que acusó de esclavizar al resto del mundo.

Han pasado más de siete años desde que en 2007 Putin criticara con virulencia el "orden unipolar" durante una polémica conferencia de seguridad en Múnich, una intervención que abrió los ojos a muchos países occidentales sobre las intenciones del Kremlin.

No obstante, entonces Rusia aún respetaba las reglas, tanto las escritas como las tácitas, ilusión que terminó abruptamente en agosto de 2008 con la guerra ruso-georgiana por el control de Osetia del Sur, la primera intervención militar rusa en el exterior desde la invasión de Afganistán.

A día de hoy, Rusia es equiparada con el Ébola y el integrismo islámico como las mayores amenazas para la estabilidad mundial por el presidente de EEUU, Barack Obama.


Putin asegura que no es Moscú quien quiere restaurar la Unión Soviética y regresar al antagonismo de la Guerra Fría, sino Washington con su irresistible necesidad de hacer frente a un "eje del mal", compuesto ahora por Rusia, China e Irán.

Dicen que el jefe del Kremlin perdió la paciencia con la muerte del dictador libio, Muamar el Gadafi, socio del Kremlin, y el apoyo occidental a las multitudinarias protestas antigubernamentales de 2011 en Moscú.

Muchos analistas apostaban a que sería China quien rompería la baraja y amenazaría con su poderío económico la hegemonía estadounidense, pero el gigante asiático ha optado por una diplomacia conservadora con escasos exabruptos y ningún paso en falso, especialmente en Taiwán.

Ha tenido que ser Rusia quien rompiera las reglas de juego, pero no sólo de palabra, sino de obra, al anexionarse en marzo la península de Crimea tras un referéndum relámpago garantizado por la presencia militar rusa.

Putin reconoció ayer sin tapujos que el objetivo de los soldados rusos era bloquear las unidades militares ucranianas para permitir que los crimeos ejercieran libremente su derecho a la autodeterminación.

Eso no quiere decir que "Rusia no respete en general la soberanía ucraniana", aseguró el viernes para sorpresa de sus interlocutores.

Cuando las cancillerías occidentales aún no se habían recuperado del susto, en abril estalló una sublevación militar en el este prorruso de Ucrania, donde las milicias rebeldes han sido apoyadas por Moscú, incluso, según algunas fuentes, con tropas regulares.

El hecho de que el Kremlin actuara de manera soterrada, sin consultar, ignorando las prácticas universalmente aceptadas, es lo que ha indignado especialmente a EEUU y la Unión Europea, que creen que Rusia se esta convirtiendo en un paria internacional.

No es esa la opinión de Putin, quien considera que es Occidente quien abrió la caja de Pandora al promover la independencia de Kosovo e intervenir en diferentes zonas del mundo sin autorización del Consejo de Seguridad de la ONU.

Rusia no se siente obligada a respetar las reglas de juego, ya que considera que éstas ya no existen o han sido manipuladas por las potencias occidentales a su antojo, como es el caso de las actuales sanciones, por lo que propone un nuevo orden, para lo que cuenta con el apoyo de China, India, Brasil y Sudáfrica, entre otros.

En la nueva partida, EEUU ya no llevaría la voz cantante, sino que sería uno de los principales centros de poder que actuaría según unas reglas claras, especialmente en lo que se refiere a la injerencia en los asuntos internos de otros países.

No obstante, Putin cae en varias contradicciones, según los analistas, ya que habla de renunciar a las esferas de influencia, pero considera intocable su patio trasero, es decir, lo que él llama "el mundo ruso" y, en particular, Ucrania.

Además, mantiene que su país no aspira a ser una superpotencia, pero enarbola el arsenal nuclear ruso a la menor ocasión y conmina a OTAN a atenerse a las consecuencias si se le ocurre meter sus narices cerca de la frontera rusa.

Tampoco se puede obviar que, independientemente del precio del petróleo, Rusia no es, ni mucho menos, una potencia económica, sino más bien un suministrador de materias primas (gas, crudo, uranio), a ojos de China y la UE, con escasa influencia en los mercados. Ignacio Ortega

Fuente: EFE
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