Teología y País @DoubleplusUT #Especial

Los títulos tratados: respeto a la vida, ciudadanía, convivencia e institucionalidad, para nada eluden la discusión abierta y democrática. Imposible abarcar lo discutido, nos conformamos con notas. Los errores son nuestros.
El asunto comienza por reconocer que en los últimos 50 años no superamos el ciclo perverso del sistema clientelar de núcleo antidemocrático: clientelismo de caudillos, clientelismo de partidos, para caer nuevamente en el foso del clientelismo caudillista con Chávez. El pacto de punto fijo, con todos sus méritos, fue de élites institucionales y no de ciudadanos. Reconocer el modo rentístico de concebir la vida y especialmente nuestra relación con lo material y la riqueza, que ha pretendido lo imposible: vivir una supuesta riqueza sin producirla activamente.
La reconstrucción democrática requerirá construir lazos de ciudadanía que se logren en la base de la sociedad y no en las élites. Para esto habrá que repensar el adjetivo que queremos ponerle a la democracia, lo que ésta efectivamente supone y el papel de los partidos políticos y el estado, incorporar a las mayorías populares a los procesos de decisión y gobierno de sus propias vidas reconectándolas con la política, repensar la descentralización, el sistema económico, y, finalmente, cómo hacer posible una cultura de compromiso por la vida y la paz. Nuestros políticos, cuando la arrogancia ceda a la sensatez, encontrarán aquí terreno fértil para mirar el horizonte con la fortaleza y perspectiva que Venezuela merece
Miguel Aponte
Profesor en la Universidad Central de Venezuela@DoubleplusUT
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Reviewed by Anónimo
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3/26/2017
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